Conran tenía una idea muy clara de lo que quería desde el principio, aunque dejó a Sebastian Cox desarrollar los detalles, incluido un cajón secreto cuya ubicación no ha revelado. «Terence era bastante prescriptivo con el diseño», explica Cox. «Me dio las dimensiones, y también me indicó que quería un riel con una cortina. La idea no me encantaba porque quería que el escritorio fuera todo de madera». 

Así que, en cambio, a Cox se le ocurrió la idea de usar pantallas curvas que pudieran abrirse o cerrarse, hechas de red oak tejido, un material especialmente adecuado para el proceso, aunque era una madera que a Terence Conran no le gustaba. Para cambiar el aspecto de esa madera, Cox ideó un acabado blanqueador. Cox quería utilizar ese material, además del cherry estadounidense, tanto por sus propiedades técnicas como porque no estaban de moda en el Reino Unido ni en algunos otros países y, por consiguiente, eran maderas poco explotadas.