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The Invisible Store of Happiness («El contenidor invisible de felicidad»): diseñando

Laura Ellen Bacon es escultora, Sebastian Cox es diseñador de muebles. Laura realiza bocetos en lápiz 6B, Sebastian utiliza un 2H o un ordenador. Para Laura, lo que determina el material que debe usarse es la forma y la escala de una pieza, sin embargo Sebastian diseña objetos que permitan dar el mejor uso a su material. El proceso creativo de Laura comienza con el espacio para el que está diseñando, mientras que Sebastian raramente sabe dónde acabará su obra. Laura trabaja con sus manos, y a menudo usa madera de sauce por el tacto que tiene, mientras que Sebastian utiliza máquinas, e incluso cuando construye a mano, hay una herramienta entre sus manos y la madera. 

Lo que estos dos diseñadores tan distintos tienen en común es su amor por la madera y por la creación y la elaboración. «Todo creador disfruta enormemente del proceso de elaboración», afirma Laura. «Eso se nota en la obra, que tiene plenitud. Todo lo que se hace tiene un contenedor invisible de felicidad oculto en su interior. Esta fue la cuestión esencial que quisimos expresar, después de pasar meses aportando ideas». Así fue como se plantó la semilla de The Invisible Store of Happiness

El trabajo que han realizado juntos para que esa semilla de idea fructificara en una forma tridimensional los ha puesto a prueba, desafiado e impulsado a continuar. No obstante, el proceso de diseño siempre se reduce al amor por elaborar objetos de madera. Juntos, han sido capaces de mirar las maderas de frondosas estadounidenses de una forma totalmente nueva. 

«Para trabajar con Laura, tuve que reducir el material de grandes trozos de madera de frondosas a algo que pudiera tejerse», explica Sebastian. «La manera obvia de hacerlo hubiera sido cortarla en tiras, pero quería hacer algo más interesante, eficiente y hermoso». Usando una molduradora de husillo y una serie de cortadores, dividimos parcialmente las longitudes rectas de arce en cintas, que luego dejamos a remojo en agua durante la noche. Así creamos algo más parecido al sauce con el que Laura está acostumbrada a trabajar. «La madera de frondosas estadounidenses secada en cámara se usa habitualmente para suelos y muebles, porque es muy maciza. Ahora estamos reimaginando qué otros usos tiene», afirma Sebastian. 

Y eso no es lo único que están planeando hacer con ella. «Queremos crear fluidez en algunas partes y solidez en otras», explica Laura. «Queremos que tenga algún tipo de estructura disciplinada, claramente definida, y que respire fuerza, pero a la vez tenga un aspecto orgánico».

No obstante, pese a todas sus palabras, la pura verdad es que aún no saben cómo será. Ya han creado bocetos (Laura), renderizados CAD (Sebastian) y modelos de madera contrachapada 1:1, pero hasta que la madera no salga del barco procedente de Norteamérica, no conocerán el material con que tendrán que trabajar. «Todavía no sabemos qué va a llegar en ese contenedor, lo que es muy emocionante», explica Sebastian. «Tenemos que diseñar esta cosa para asegurarnos de que funcionará independientemente de las longitudes y calidades de madera que lleguen. Y esta es una cuestión importante. De toda la madera que crece en el bosque, no solo puede utilizarse el material bueno: hay que usar madera de albura, longitudes cortas y trozos no demasiados rectos».

Lo que sí que ambos tienen muy claro es su idea: «A medida que te aproximes, tendrás la sensación de que es una estructura muy construida, muy «hecha», casi arquitectónica», explica Laura. «Pero a medida que pases por delante, vislumbrarás lo prometedor del interior. Dentro, parecerá que salgan magníficas explosiones de madera orgánica de la estructura. El conjunto tendrá una textura profunda, como si uno se encontrara de pie sobre las algas de un río que fluye, y se le diera la oportunidad de quedarse ahí un momento y respirarlo». 

Por mi parte, no puedo esperar.