Inma Bermúdez y Moritz Krefter (Studio Inma Bermúdez) son los creadores de la obra “La manada perdida”, un conjunto de piezas realizadas en roble rojo, arce y cerezo que evocan un grupo de animales que parecen haberse perdido o escapado a su destino. Dispuestos en el hall de entrada del edificio de Matadero, estas piezas pueden parecer bancos o asientos, pero su diseño va más allá del mobiliario para incorporar aspectos como la imaginación y el juego. La indefinición de su función es en realidad una invitación a que sea el usuario quien decida cómo quiere usarlos.

La madera que construye los “animales” de esta manada se ha escogido entre las piezas que normalmente se desechan por sus imperfecciones e irregularidades, pero aquí ayudan a trasmitir la fuerza y singularidad del material, que se presenta de la manera más pura y natural, tal como sale del aserradero. Inspirándose en la forma de los antiguos bancos de tallar madera, los diseñadores han desarrollado una familia de cinco piezas mediante un proceso completamente artesanal. Su distribución en el vestíbulo de Matadero incita a sentarse, charlar y conectar de una forma más libre y lúdica, inspirada por el aspecto informal e indefinido de los elementos de mobiliario.